Debe tenerse en cuenta que la cirugía no es el primer tratamiento que debe de intentarse para solucionar el problema de la obesidad.
Los cambios en el estilo de vida, el seguimiento de una dieta y la práctica de ejercicio físico con regularidad deben de intentarse en un primer lugar, consiguiendo en algunos casos una pérdida de peso relevante, aunque en la mayoría de las ocasiones con una recuperación del peso a medio/largo plazo.
Aunque con múltiples líneas de investigación abiertas, el tratamiento farmacológico, a día de hoy, tampoco ha conseguido los resultados deseados.
Los métodos endoscópicos se han popularizado en base a ser menos agresivos que la cirugía y a la presunta menor tasa de complicaciones. Entre ellos se encuentra:
- El balón intragástrico: se trata de la colocación mediante endoscopia de un balón, que una vez inflado produce una restricción de la ingesta. La duración del mismo es de 6 meses como máximo, retirándose tras una nueva endoscopia pasado este plazo. Actualmente existen modelos que no precisan de la endoscopia para su aplicación y retirada. Comparando sus resultados con una técnica quirúrgica restrictiva como es la gastroplastia vertical, se observa que sólo un 23 % de los pacientes presentaron a los 5 años un porcentaje de exceso de peso perdido mayor de un 20 %, comparado con una media del 50-60% del exceso de peso perdido en los pacientes sometidos a cirugía.
Además el porcentaje de mejoría o curación de las enfermedades asociadas a la obesidad (diabetes, dislipemia, hipertensión,…) es mínimo comparado con la técnica quirúrgica. Las diferencias en cuanto resultados son más notorias si se compara con una técnica quirúrgica mixta como es el by-pass gástrico.
- Procedimientos de plicatura gástrica endoscópica: pretenden mediante la aplicación de suturas endoscópicas simular los efectos de una gastrectomía vertical quirúrgica. Los más extendidos son la gastroplastia en manguito con el sistema Apollo y el POSE. En teoría, son procedimientos duraderos. Aunque comparados con los balones intragástricos parecen ofrecer resultados mejores y más prolongados, el porcentaje de peso perdido y de resolución de las enfermedades asociadas a la obesidad es significativamente peor que en la gastrectomía vertical por laparoscopia. Además, su realización puede dificultar la realización posterior de una cirugía de la obesidad, con un mayor porcentaje de complicaciones.
En definitiva, los procedimientos anteriores presentan peores resultados que la cirugía a corto y largo plazo, estando también gravados por complicaciones (desde leves como vómitos, dolor… a graves como perforación esofágica/gástrica, úlceras sangrantes,…)
Por lo cual NO SE RECOMIENDA SU USO COMO TRATAMIENTO DE LA OBESIDAD EN PACIENTES CON IMC > 35.
Tan solo podría tener cierto papel en pacientes con IMC entre 30 y 35 sin patologías asociadas, acompañado de un estricto seguimiento dietético y cambios en el estilo de vida. Los balones intragástricos han demostrado también su utilidad en pacientes superobesos como método para perder peso antes de la realización de la cirugía.